¿Innova…qué?

21 mayo, 2013

Ignacio Lamarca, consultor, emprendedor, autor de materiales infinitos para la UOC desde hace muchos años y amigo, me envía una cita de Schumpeter (de 1911, wow): «Innovación económica es la generación de nuevos productos (o nuevas cualidades de un producto), la introducción de un nuevo proceso o método de producción, la apertura de un nuevo mercado, la apertura a un nuevo tipo de suministro, o la creación de nuevos modelos organizativos». Ignacio y yo estamos escribiendo algo sobre gestión de la innovación para, por, según la tecnología, que intenta cerrar la colección de materiales de las asignaturas de dirección estratégica de sistemas de información.

Ilustración de Laputa por J.J. Grandville. Fuente: Wikipedia - Licencia: Dominio público.
Ilustración de la isla de Laputa por J.J. Grandville. Fuente: Wikipedia – Licencia: Dominio público.

Mi primer trabajo en una empresa privada fue en una consultora. Mi jefe más directo (“el socio”), se llevaba la mano al rotulador rojo (que era, en su caso, como llevársela a la cartuchera o a otros lugares escondidos) cada vez que leía el término innovación o sus derivados en un informe o una propuesta; su mayor comentario era: so what?, que quería decir que una cosa había que repetirla, pero no sabías por qué. A su juicio, la innovación formaba parte de la categoría de los inventos y fuegos de artificio, cosas de cantamañanas que no se veían en la cuenta de resultados. Un colega innovador fue despedido al cabo de varias semanas de su contratación, como lo fue otro que usaba chaleco en invierno porque tenía frío. La consultoría era un oficio de gente sin frío y sin piedad y la innovación, una especie de desviación sexual.

Es verdad que hay gente que ha hecho de la innovación un escondite, un estilo de vida basado en la subvención pública de experimentos inverosímiles, como aquellos que relata Jonathan Swift del viaje de Gulliver al reino imaginario de Laputa. Innovación no son buenas ideas y debería tener, en cambio, un sentido más económico o social, cualificado y cuantificado. Innovador fue Edison, inventor y empresario. Innovación es hacer un coche para gente sin coche por menos de 3000 euros, como el Nano de Tata.

O sea, si una buena idea bien aplicada e implantada con propiedad soluciona cosas para un cierto número de gente y además permite que otros se ganen la vida, podría llamarse justamente innovación. Meaningful Innovation, lo llama uno de los más o menos pensadores y conferenciantes de moda, Gabor G. Burt. El gurú de la de la innovación con sentido, Clayton Christensen, dice que innovar es ganar dinero haciendo algo que necesitará (y comprará) mucha gente y que nadie ha hecho antes. Sobre los usos de la tecnología para la innovación de productos y procesos escribimos unas cuantas entradas aquí hace tiempo.

Lo que ocurre es que el sistema que produce innovación, del que todavía no sabemos mucho (lo que algunos llaman emprendeduría (entrepreneurship)), es una combinación complicada de inventos y descubrimientos no siempre gestionables y de capacidades múltiples (tecnológicas, empresariales, financieras…) a veces contradictorias, que relacionan el mundo técnico con el mundo comercial y que pueden convertirse o no de vez en cuando en modelos de negocio sostenibles. Por eso nos fascina y nos inquieta.

Nota: El caricaturista francés Jean Ignace Isidore Gérard (1803-1847), conocido con el seudónimo de J.J. Grandville, pintó esta representación de la isla imaginaria de Laputa, que flota a una cierta distancia del suelo y donde científicos y técnicos estudian y realizan inventos magníficos. Era una caricatura de la Royal Society.

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Autor / Autora
José Ramón Rodríguez
Profesor de Dirección de Sistemas de Información, Gestión de Proyectos y Business Intelligence de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC y consultor de empresas independiente.
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